La articulación de lo social y de lo
productivo
La sociedad se ha
tornado más compleja. Las actividades productivas sin duda
siguen siendo esenciales, pero no contienen en sí mismas
las condiciones para su éxito.
Para que millones de unidades empresariales de la agricultura,
la industria o la
construcción sean productivas,
además de la propia organización del tejido económico y
del progreso de la gestión
empresarial, debe haber una dotación de sólida
infraestructura en transporte,
energía, telecomunicaciones, agua y
saneamiento, las llamadas «redes» de
infraestructuras sin las cuales las empresas
enfrentan costos externos
insustentables y carecen de competitividad.
Conviene recordar que congestionamos las ciudades con el
transporte individual, entre todos el más costoso,
descuidando los medios
colectivos, dominantes en cualquier país desarrollado;
como tampoco es inocente, en términos de racionalidad de
la sociedad en su conjunto, el hecho de haber optado por el
transporte de carga por carretera, en vez del ferroviario y
acuático; en fin, ¿cuánto cuesta en gastos de
salud y
perjuicios el hecho de que una amplia mayoría de hogares
no tenga acceso a un saneamiento adecuado?
El sector productivo necesita por lo tanto de una
infraestructura propicia para que la economía funcione.
Pero necesita también de un buen sistema de
financiamiento
y de comercialización para que los procesos
puedan fluir en forma ágil. Estos servicios de
intermediación se han convertido en Brasil en un fin
en sí mismo, drenando la riqueza del país,
constituyéndose en factores monopolistas antes que en
intermediarios. En un punto ni el área productiva, las
redes de infraestructura ni los servicios de
intermediación funcionarán de manera adecuada si no
existe inversión en el ser humano, en su
formación, salud, cultura,
esparcimiento e información.
En otros términos, la dimensión social del
desarrollo
deja de ser un «complemento», una dimensión
humanitaria externa a los procesos económicos centrales,
para convertirse en uno de los componentes esenciales del
conjunto de la reproducción social y económica. No
hay nada de nuevo en afirmar que para el funcionamiento adecuado
del área empresarial productiva son necesarias amplias
redes de infraestructura, servicios eficientes de
intermediación y un fuerte desarrollo del área
social. Lo nuevo es la comprensión de que el equilibrio de
desarrollo de los distintos campos depende de articulaciones
sociales más complejas, que nos obligan a dejar de lado
las simplificaciones estatistas o liberales.
Lo
social: ¿medio o fin?
Nuestra familiaridad con conceptos como primario,
secundario y terciario, o con agricultura, industria y servicios,
tiende a opacar un cambio
más profundo, que es la transformación general del
peso específico de lo económico y de lo social.
Cuando pensamos en sectores motores de la
economía, nos viene naturalmente a la mente la industria
automotriz o alguna equivalente. Ya no pensamos en la
agricultura, que emplea a poco más de 2% de la mano de
obra en los países desarrollados. Pero la realidad es que
en términos de peso económico la industria sigue el
mismo camino de la agricultura, con algunas décadas de
retraso2. El principal sector económico de Estados Unidos es
hoy la salud, con 14% del PIB.
Más o menos en el mismo nivel está la
llamada entertainment industry, que pertenece esencialmente al
área cultural. Si consideramos la educación formal,
la formación en las empresas, la explosión de los
cursos de actualización tecnológica (desde informática a inseminación
artificial) y otros, la educación
también ha adquirido dimensiones gigantescas, tanto en
términos de recursos
involucrados como de empleo. La
salud ya no es más un complemento donde personas con
preocupaciones sociales ponen una «curita» (bandaid)
en las heridas de las víctimas del progreso, como la
cultura ya no es el barniz elegante de una persona con
dinero. Hoy el
negocio es el área social.
El surgimiento de este gigante fue parcialmente
disfrazado por el generoso y vago concepto de
servicios. Esta noción, que involucra desde la prostituta
hasta el plomero, el gobernador y el consultor financiero, merece
ser archivado. Todo aquel que no trabaja la tierra
(sector primario) o una máquina (sector secundario) recibe
residualmente la etiqueta de servicios. Pero no podemos trabajar
más con otros que representan dos tercios o más de
nuestras actividades económicas3.
La transformación ha sido profunda. En el
transcurso de medio siglo pasamos 11 de una visión
filantrópica, de generosidad asistencial Los paradigmas y
caritativa, una especie de bálsamo tranquilizador de la
gestión
para las conciencias capitalistas, a la comprensión de
social que el área social se ha convertido en fundamental
aún están para las propias actividades
económicas. Este cambio por definirsede enfoque radical
resultó positivo. Los sectores em-o construirse
presariales, con el apoyo de innumerables estudios del Banco Mundial,
entendieron que no se trata de una simple cosmética
social, sino de las propias condiciones indispensables para la
productividad
empresarial. Es la visión que lleva en numerosos
países a que las propias compañías den un
fuerte respaldo político a la enseñanza pública universal, a
abarcadores y eficientes sistemas de
salud, y demás.
En la última década estamos asistiendo a
una nueva y más profunda transformación de
perspectivas. Una vida con salud, educación, cultura,
recreación e información es
exactamente lo que queremos de la vida. El enfoque correcto no es
que debemos mejorar la educación para que las empresas
funcionen mejor: la educación, la recreación, la
salud, constituyen los objetivos
últimos de la sociedad, y no un mero instrumento de
desarrollo empresarial. La actividad económica es
un
medio, el bienestar social es el fin. Detrás de
la búsqueda de una política
social adecuada, se perfila por lo tanto una
transformación mucho más profunda que la ayuda a
los pobres. Se trata de una reorientación política
sistémica.
Un
área en busca de su paradigma
organizacional
Solo en los últimos años las áreas
sociales adquirieron una importancia como la señalada,
pero aún no se ha consolidado una cultura del sector. La
gran realidad es que no sabemos cómo gerenciarlas, pues
los instrumentos de gestión aún no están
listos.
Los paradigmas que heredamos –basta hojear
cualquier revista de
administración– tienen sólidas
raíces industriales. Solo se habla de taylorismo, fordismo,
toyotismo, just-in-time, etc. ¿Cómo se hace un
parto
just-in-time?; ¿o educación en cadena de montaje?;
¿un cad-cam cultural? Sería sencillo considerar lo
social como naturalmente perteneciente a la órbita del
Estado.
Ahí tenemos otros paradigmas de la administración
pública; por ejemplo el de Max Weber
inspirado en el modelo
prusiano, las pirámides de autoridad
estatal. Pero hay cada vez menos espacio para tales
simplificaciones. ¿Cómo se alcanza a 175 millones
de habitantes desde una cadena de comando central? Las
áreas sociales son necesariamente capilares: la salud debe
llegar a cada niño, a cada familia, en
condiciones extremadamente diferenciadas. ¿Es viable la
gestión centralizada de megasistemas de esa
envergadura?
En términos prácticos, sabemos que cuando
superamos cinco o seis niveles jerárquicos, los dirigentes
tienen la ilusión de que alguien allá abajo ejecuta
efectivamente sus órdenes, mientras que en la base uno se
imagina que otra persona está en el comando. La agilidad y
flexibilidad que exigen situaciones sociales muy diferentes no
pueden depender de interminables jerarquías estatales que
paralizan las decisiones y agotan los recursos. Los paradigmas de
la gestión social aún están por definirse o
construirse. Es una gigantesca área emergente en
términos económicos, de primera importancia en
términos políticos y sociales, pero con puntos de
referencia organizacionales todavía en
elaboración.
En una visión más amplia, es
legítimo preguntarse qué tipo de relaciones de
producción poseen las áreas
sociales. La industria ha generado la fábrica, el
asalariado, la plusvalía. La pregunta es qué tipo
de organización social, qué flujos de valores y
qué tipo de relaciones de poder genera
este inmenso sector emergente. El mundo de la ganancia
descubrió hace tiempo la mina
de oro escondida
en lo social: ¿qué persona rehusará gastar
todo su dinero cuando se trata de salvar a un hijo?;
¿qué información alternativa posee el
paciente si el médico le indica un tratamiento? Un
hospital estadounidense está bajo proceso porque
pagaba 100 dólares a los médicos por cada paciente
derivado a sus servicios.
La revista Nature señala que decenas de
investigadores publicaban en revistas científicas cartas personales
con opiniones favorables al consumo de
cigarrillos, descubriéndose que recibían un
promedio de 10.000 dólares de las tabacaleras. Uno de los
científicos se defendía diciendo que era su
opinión sin-cera, y que en tanto tal podía sacarle
provecho. La pregunta es si para regular la cultura basta con la
cultura del dinero.
Hay empresas que proveen software educacional para
escuelas con publicidad ya
incluida, martillando la cabeza de los alumnos dentro del aula.
La
televisión somete a nuestros niños
(y a nosotros) a un circo de cuarta categoría,
justificándose en que solamente sigue las tendencias del
mercado,
brindando al pueblo lo que éste quiere (¿por
qué entonces un profesor no
enseña aquello que los alumnos desean, sin preocuparse por
la verdad y el nivel cultural?). En India hay
pueblos con innumerables jóvenes que llevan la cicatriz de
la extracción de un riñón: prósperas
compañías de salud de países desarrollados
compran riñones baratos en el Tercer Mundo para equipar a
ciudadanos del Primer Mundo. En Brasil, las empresas de medicina
gerenciadas por entidades financieras de seguro
están transformando la salud en una pesadilla.
¿Cuál es el límite?
La excesiva rigidez de las tradicionales estructuras
centralizadas del Estado, y la trágica inadecuación
del sector privado en la gestión de lo social ha llevado
en Brasil a una situación cada vez más
caótica. Una evaluación
de un cuadro general deja dudas en cuanto al origen esencialmente
institucional del estado desastroso de las políticas
sociales: «Así, desde las últimas
décadas, el aparato institucional de políticas
sociales puede ser caracterizado, en todos los niveles de poder,
como una sumatoria desarticulada de organismos responsables por
las políticas sectoriales extremadamente segmentadas, que
superponen clientes y
competencias,
y consumen y desperdician los recursos provenientes de una
diversidad desordenada de fuentes.
Esto redunda en un sistema de protección social
altamente centralizado en la esfera federal, ineficiente e
inocuo, regido por un conjunto confuso y ambiguo de regulaciones
y reglas»4.
Estamos hablando de un área cuya importancia
relativa en el conjunto de la reproducción social tiende a
tornarse central. En términos de recursos, es importante
recordar que el área social involucra en Brasil 25% del
PIB5. No es éste un país que gaste poco en lo
social. Esencialmente gasta mal. El apoyo a los desamparados del
Nordeste se ha transformado en una industria de la sequía,
el complemento alimentario en las escuelas en la industria de la
merienda, la salud en la industria de la enfermedad, la
educación está en vías rápidamente de
convertirse en un tipo de industria del título. El
área social necesita hoy mucho más de una
reformulación político-administrativa que otorgue
más dinero.
Lo social: un poderoso
articulador
A través de diversas alianzas que involucran el
sector estatal, ONGs y empresas particulares, se ha construido un
camino de renovación. Surgen con fuerza
conceptos como responsabilidad
social y ambiental del sector privado. El llamado tercer
sector aparece como una alternativa de organización que
puede traer respuestas innovadoras al articularse con el Estado y
asegurar la participación ciudadana. Las empresas
privadas superan la visión de la asistencia para asumir la
responsabilidad que le confiere el poder
político efectivo que
Lo «social» poseen. De esta forma se pasa
del simple mercadeo sose
torna cial, frecuentemente con objetivos cosméticos, a una
actiuna dimensión tud constructiva donde el sector privado
puede ayudar del conjunto de a construir el interés
público. En los sitios donde funciolas actividades na, por
ejemplo en Canadá o en los países escandinavos, el
área social es gerenciada como bien público, en
forma descentralizada e intensamente participativa. La
razón es simple: el ciudadano asociado a la gestión
de la salud de su comunidad
está interesado en no enfermarse, y está conciente
de que se trata de su vida. En cierta forma, la
implicación directa del ciudadano puede ser capitalizada
para diseñar una forma desburocratizada y flexible de
gestión social, apuntando hacia nuevos paradigmas que
superan tanto la pirámide estatal como el «vale
todo» del mercado6.
Otro eje renovador surge con las políticas
municipales: el desarrollo local. La urbanización permite
articular lo social, lo político y lo económico en
iniciativas integradas y coherentes, a partir de acciones a
escala local,
posibilitando –pero no garantizando, y esto es importante
para entender el aspecto político– la
participación directa del ciudadano y la
articulación de los asociados. La aparición de
políticas innovadoras en esta área ha sido
impresionante. Peter Spink y un grupo de
investigadores en la Fundación Getúlio Vargas, en
San Pablo, tienen hoy un banco con 4.000
descripciones de experiencias exitosas. La Secretaría de
Asuntos Institucionales del Partido de los Trabajadores (PT)
maneja una base de datos
con innumerables experiencias de las administraciones locales
petistas. El Instituto Pólis publica excelentes
resúmenes en la página de Dicas Municipais (tips
municipales). La Fundación Abrinq está ayudando a
hacer más dinámico un conjunto de actividades en la
del movimiento
Prefeito-Criança (niño alcalde). El Cepam (Centro
de Estudios, Planejamento e Administração
Municipal) está organizando el Reciem, censo de
experiencias municipales. Estamos asistiendo a una
aceleración de iniciativas locales que está
transformando el contexto político de la gestión
social7.
El cruce entre la gestión social y la descentralización política ofrece
perspectivas particularmente interesantes. La urbanización
y las nuevas
tecnologías redimensionan el contexto. Una ventaja muy
significa-Las tendencias tiva de las políticas locales es
el hecho de poder inte-recientes de grar los diferentes sectores
y articular los diversos ac-la gestión social tores. Un
punto de referencia práctico para esta vi-nos obligan
sión puede ser encontrado en las actividades de la
Cá-a reconsiderar mara Regional del Gran ABC, donde siete
municipios formas de se articularon para dinamizar las
actividades locales organización de la industria de
plásticos.
La formación de los trabajadores es coordinada por el
sindicato de
los químicos, asociados con las empresas Senai (Sistema de
aprendizagem industrial), Sebrae (Sistema de Apoio à
Pequena e Média Empresa),
facultades y colegios locales, con apoyo financiero del FAT
(Fundo de Amparo ao
Trabalhador) y otros que se articularon en el proceso. Programas de
alfabetización como el Mova y de formación de
jóvenes y adultos como el Seja, crean un proceso
más amplio de movilización. El IPT (Instituto de
Pesquisa Tecnológica) adhirió al proyecto creando
un sistema movible de apoyo tecnológico a la PyME (proyecto
Pruno). La Unicamp participó con la realización de
un diagnóstico del sector plástico
regional, y las PyMEs se
articulan por medio de reuniones periódicas de la
región. El conjunto de iniciativas, éstas y varias
otras, adquiere lógica
y coherencia a través de la Cámara Regional, que
agrupa a las administraciones municipales de la región,
así como a representantes de otras instancias del Gobierno y de la
sociedad
civil. Las diferencias políticas entre las
alcaldías no impidieron la articulación de esta
red donde las
diversas iniciativas –educación, empleo, renta,
producción– se tornan sinérgicas en lugar de
dispersivas.
Por ejemplo, el Sebrae trabaja con una metodología semejante a través del
Pro-grama de Arreglos Productivos Locales, mientras que el Banco
del Nordeste y el Banco Nacional de Desenvolvimento trabajan con
la metodología Gespar (Gestión Participativa)
elaborado por Tania Zapata. El DLIS (Desarrollo Local Integrado y
Sustentable) ha dado pasos gigantescos, con una buena
filosofía en
la base. Las experiencias de economía solidaria
de Paul Singer están adquiriendo dimensiones
significativas, y el microcrédito está ayudando a
tejer nuevas relaciones en las comunidades. En otros
términos, lo «social» se torna una
dimensión del conjunto de las actividades.
No hay fórmula universal en el área
social. Como lo demuestra la riqueza del proyecto médico
de familia, por ejemplo, la dimensión diferenciada de las
relaciones
humanas es fundamental en las políticas sociales. Una
de las más significativas riquezas del desarrollo local,
resulta justamente del hecho de poder adecuar las acciones a las
condiciones extremamente diferenciadas que enfrentan las
poblaciones.
Esto no implica, naturalmente, que las políticas
sociales puedan reducirse a la acción
local, a las asociaciones con el sector privado y a la dinámica del tercer sector. La
reformulación alcanza directamente la forma como
está concebida la política nacional en las diversas
áreas de gestión social, cuestionando la actual
jerarquización de las esferas del Gobierno, y nos obliga a
repensar la mecánica de dominio de las
macroestructuras privadas que dirigen la industria de la salud,
los medios de información y los instrumentos de
cultura.
Las tendencias recientes de la gestión social nos
obligan a reconsiderar formas de organización, a redefinir
la relación entre lo político, lo económico
y lo social, a desarrollar investigaciones
intercambiando las diversas disciplinas, a escuchar en forma
sistemática a los actores estatales, empresariales y
comunitarios. Se trata realmente de un universo en
construcción.
Búsqueda de referencias
No hay duda de que en Brasil la discusión
aún es muy reciente, sobre todo si consideramos que se
trata de una revisión profunda de nuestros paradigmas de
cómo la sociedad se gerencia.
Todavía estamos impregnados de la creencia que la empresa solo
se interesa por la ganancia y por lo tanto es inaccesible a una
visión social o ambiental, y que organizar la
participación de la sociedad civil es sólo una
forma de quitarle responsabilidades al Estado, y así con
todo8.
La trama que proponemos para el futuro involucra por lo
tanto una aproximación articulada de empresarios,
administradores públicos, políticos, ONGs, sindicatos,
investigadores e instituciones
académicas y representantes comunitarios. Esta
visión implica la participación equilibrada de
diversos segmentos sociales, y una arquitectura
distinta de decisiones también sociales.
Es igualmente interesante que la PUC-SP, como
también la FGV y la USP, hayan creado centros de estudios
del tercer sector. Es significativo que el posgrado en
Economía de la PUC haya abierto un Laboratorio de
Economía Social. En cierta forma, se trata de la
superación de una división académica
tradicional en Brasil, donde especialidades como Economía
y Administración trataban de maximizar
ganancias, mientras el Servicio
Social intentaba encontrar muletas para las víctimas del
proceso. Hoy quien estudia gestión social se preocupa por
los nuevos esquemas de elaboración participativa del
presupuesto, con
un impuesto sobre la
renta negativo (renta-mínima), con nuevas formas de
representación política y el novedoso potencial de
la
comunicación. La gestión social está
buscando espacios novedosos en términos políticos,
económicos y administrativos. No es más un sector,
es una dimensión humana del propio desarrollo, que
involucra al empresario y
al investigador, como al activista del Movimiento de los Sin
Tierra.
Venimos de un siglo de grandes simplificaciones.
Cansados de la simplificación liberal, de la cual
heredamos 3.000 millones de habitantes del planeta que viven con
menos de dos dólares por día, y no navegan en
internet ni
están en ningún espacio económico, o de la
simplificación estatista que ha buscado las soluciones en
la mega-burocratización generalizada y en la inmovilidad
social a través de leyes y
reglamentos, estamos tras nuevos rumbos.
Perspectivas
El nuevo gobierno hereda una deuda social gigantesca. La
Guerra
Fría no era nuestra guerra, pero
hizo que durante medio siglo cualquier política volcada
hacia los pobres estuviera relacionada con el comunismo.
Paulo Freire
estuvo preso y exiliado porque quería alfabetizar. El
inmenso desequilibrio heredado sigue intacto, como
continúan intactos los intereses articulados que
construyeron nuestro universo de privilegios. La deuda no es
solamente social: durante el último gobierno, el
endeudamiento público pasó de 150.000 a 800.000
millones de reales, convirtiendo al Gobierno en rehén de
los intermediarios financieros internos y globales, por cierto
articulados. Para prorrogar esta deuda se pagan intereses
exorbitantes, lo que permite al cartel privado de
intermediación financiera cobrar un promedio de 70% al
año de los préstamos empresarios, y cerca de 100%
de los particulares. Es esencial entender la dimensión de
esta pérdida de gobernabilidad interna, y de la fragilidad
externa, para entender el exiguo espacio de maniobra de que
dispone el gobierno de Lula.
Recuperar el crecimiento
económico permitiría avizorar un proceso
simultáneo de pago progresivo de la deuda, y de
ampliación de recursos destinados al rescate de la deuda
social. Pero no hay posibilidad de crecimiento cuando una empresa
brasileña para invertir debe pagar intereses de 70%,
compitiendo en un espacio económico global donde las
compañías abonan tasas de 2%. Una investigación de 2002 muestra que las
familias gastan 29% de su renta en costos financieros (incluidos
los créditos comerciales). Bajo estas
condiciones se estanca la demanda
interna, y las empresas prefieren el juego de la
ruleta financiera. Los nudos están bien amarrados9. Eppur
si muove… Si el Poder
Ejecutivo se ve obligado a ejecutar lentas y cuidadosas
maniobras de construcción de un mínimo de
equilibrio en la máquina gubernamental, en la base de la
sociedad hay un proceso acelerado de transformaciones.
En Santa Catarina, el gobierno estadual recién
electo dividió el estado en 29 regiones, dotando cada una
de un Consejo que incluye 10 alcaldes locales, 10 presidentes de
concejos municipales y 20 representantes de la sociedad civil, a
fin de constituir un sistema participativo y descentralizado que
permita compatibilizar las iniciativas económicas, las
inversiones de
infraestructura y las políticas sociales en un proceso
articulado e integrado.
Los alcaldes del oeste del Paraná se organizaron
en foros de desarrollo, y presentan cuentas de los
resultados sociales a través de un sistema simple y
transparente de indicadores
municipales de calidad de
vida. La Pastoral del Niño articula 155.000
voluntarios en 3.550 municipios de todo el país,
dinamizando acciones sociales participativas. La propia herencia de la
Constitución de 1988, redactada en el
reflujo de la derecha a fines de la dictadura,
asegura la existencia de concejos en las áreas sociales de
todos los municipios, frecuentemente asociados o manipulados,
pero que luchan gradualmente por un espacio real en las
decisiones.
Al lado del Gobierno Federal, el programa Hambre
Cero, con una visión estructuradora de la ciudadanía, tiende a dinamizar las acciones
locales. Programas ya arraigados, como el de la renta
mínima o de subsidio a los padres que mantienen a los
niños en las escuelas, llevaron a un conocimiento
mucho más profundo de las áreas de pobreza crítica, y a la formación de un
número ya significativo de agentes sociales que construyen
progresivamente una cultura de participación y de
movilización local. En cierto modo, es la unión de
las dos dinámicas, la de los procesos participativos
locales por un lado, y la de las iniciativas de apoyo del
Gobierno por el otro, lo que podrá (o no) construir un eje
dinámico de transformaciones. Es importante entender que
la maquinaria de gobierno heredada, habituada a administrar
privilegios, se presta bastante poco a servir de correa de
transmisión entre las iniciativas gubernamentales y los
movimientos que se desarrollaron en la base de la
sociedad.
En este sentido el factor crucial es el tiempo. El
gobierno de Lula ha demostrado que sabe hacer funcionar el barco.
Ponerlo a navegar en otra dirección, con todo, depende de un proceso
de articulación social que no se materializa por decreto.
Cada viraje brusco exige, para ser sustentable, una
articulación correspondiente de fuerzas políticas.
Lo que se está intentando, en última
instancia,
es cambiar en profundidad la cultura política del
país. Y la cultura no se cambia de la noche a la
mañana. En el corto plazo los banqueros claman por
estabilidad financiera, o sea, por el mantenimiento
de sus impresionantes privilegios. Los empresarios efectivamente
ligados a la producción, entretanto claman por un ambiente
financiero que les permita respirar. Los movimientos sociales,
escuchando hace décadas el mismo discurso que
pide paciencia, están en el límite. Y tenemos, es
obvio, nuestra tradición latinoamericana de viejas
oligarquías que cuando pierden el poder central prefieren
quebrar un país antes que verlo gobernado de manera
equilibrada por otras fuerzas. Nuestro piloto, sin duda, es un
estadista a manos llenas, y probablemente el mayor articulador y
negociador político que Brasil ha tenido. Pero el
éxito va a depender en gran parte de la capacidad de todos
para organizar el apoyo social correspondiente al tamaño
del desafío.
Bibliografía
Banco Mundial: Brasil: Despesas do Setor Público
com Programas de Assistência Social, Washington,
1988.
Fundación Abrinq: Boletín Prefeito
Criança, San Pablo, varios números.
Dowbor, Ladislau: A Reproducão Social, Vozes,
Petrópolis, 1998.
Dowbor, Ladislau: Economia Social no Brasil, Edit.
Senac, San Pablo, 2001.
McGilly, Frank: Canada’s
Public Social Services, Oxford University Press, Toronto,
1998.
Relatório sobre o Desenvolvimento Humano no
Brasil 1996, Brasilia, PNUD / IPEA, 1996.
Unctad: Trade and Development Report 1997, Unctad, Nueva
York-Ginebra, 1997.
World Bank: World Development Indicators 2003,
Washington, 2003.
Notas
1. Rubens Ricúpero: Trade and Development Report
1997, Unctad, Nueva York-Ginebra, 1997.
2. Aunque sea indiscutible la caída del peso
relativo de la agricultura en las actividades económicas,
ese 2% de empleo en el área es engañoso. Buena
parte de las actividades agrícolas tiene dimensiones
industriales y cada vez más de servicios, como por ejemplo
los de análisis de suelo,
inseminación artificial y afines. La agricultura implica
un conjunto de actividades que simplemente pasaron a ser
realizadas de modo diferente, aunque sirviendo a la
producción rural.
3. El propio Banco Mundial resalta ese carácter residual e incluso las
imprecisiones que resultan: «Services correspond to ISIC
divisions 50-99. This sector is derived as a residual (from GDP
less agriculture and industry) and may not properly reflect the
sum of service output, including banking and financial
services» (World Bank: World Development Indicators 2003,
p. 193).
4. Relatório sobre o Desenvolvimento Humano no
Brasil 1996, Brasilia, PNUD / IPEA 1996, p. 57.
5. Banco Mundial: Brasil: Despesas do Setor
Público com Programas de Assistência Social,
Documentos del
Banco Mundial, 27 de mayo de 1988, vol. I. La cifra de 25% se
refiere al sector
público y privado. Aunque de vieja data, este
documento interno del BM refleja una situación que ha
cambiado muy poco hasta hoy.
6. Un buen resumen de la
organización del área social en Canadá
puede ser encontrado en el libro de Frank
McGilly: Canada’s Public Social Services, Oxford University
Press, Toronto, 1988.
7. A título de ejemplo, v. las experiencias
catalogadas por el programa Gestión Pública y
Ciudadanía, en <http://inovando.fgvsp.br>; el Instituto
Pólis elaboró un excelente estudio, Novos Contornos
da Gestão Local, además de un estudio de 125 Dicas
Municipais, en <http://www.polis.org.br>; la
Fundación Abrinq publica un boletín informativo,
Prefeito Criança, en <http://www.abrinq.org.br>;
una red de
bancos de
datos de
experiencias innovadoras en esta área puede ser consultada
a través de <http://www.web-brazil.com/gestaolocal>.
8. Es muy significativo constatar que una serie de
conceptos básicos de reformulación política
y social en curso en muchos países no encuentran traducción en portugués: es el caso
de empowerment, que
los hispanoamericanos ya traducen como empoderamiento, en el
sentido de rescatar el poder político por la sociedad;
stakeholder, o sea, el actor social que tiene un interés
en determinada decisión; advocacy, que representa el
original etimológico de ad-vocare, dar capacidad de voz y
defensa a una causa, a un grupo social; accountability, o sea,
responsabilizar a los representantes sociales en términos
de rendición de cuentas; devolution, recuperación
de la capacidad política de decisión por las
comunidades, como contraposición al concepto de privatización; también está
el caso de entitlement; self-reliance y otros tantos.
Además del concepto clave de governance, gobernanza, que
involucra la capacidad de buen gobierno de los actores sociales,
públicos y privados, donde el concepto tradicional de
gobernabilidad, tal como está en el diccionario
debe ser reconstruido.
9. Para más detalles de la situación
financiera, v. nuestro «Altos Juros e
Descapitalização da Economia»
en <http://dowbor.org>, en «Artigos
Online».
Ladislau Dowbor
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